En México jugamos a ser relojeros dos veces al año. Adelantamos las manecillas una hora el primer domingo de abril y las atrasamos una hora el último domingo de octubre. Con ello, nos sumamos a los más de 70 países que actualmente sostienen esta práctica en el hemisferio occidental.
Pero ya no más. El día de hoy el Senado de la República eliminó el horario de verano. Con 56 votos a favor y 29 en contra, el Senado aprobó la Ley de Husos Horarios en México, lo que representa el fin de una medida que durante 26 años nos obligó a cambiar la hora dos veces al año.
La actual Ley, cuya publicación en el Diario Oficial de la Federación (DOF) está pendiente, establece que en México existirá un horario estándar establecido con base en las zonas horarios. Únicamente para los estados y municipios de la frontera norte, se aplicará un horario estacional.
Sin embargo, la nueva política se encuentra altamente polarizada. Los partidarios de la eliminación del horario de verano, como Rocío Abreu Artiñano, presidenta de la Comisión de Energía del Senado, expone que la medida no produjo los resultados esperados:
«Desde el establecimiento hasta 2021, los ahorros energéticos han representado menos del uno por ciento respecto a las energías que se consumen cada año, es decir, no se ha cumplido el objetivo para el que fue creado» (Senado de la República, 2022)
En esta misma línea, el senador Felix Salgado Macedonio indicó que “(…) está comprobado que desde 1996 al 2022 ni siquiera hubo el uno por ciento de ahorro, ni en energía, ni en economía…” (Senado de la República, 2022). (Duflo, 2015).
Los opositores, como la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz, señalan que la eliminación del horario de verano repercutirá en mayor obesidad e incidencia delictiva:
“Este dictamen va en contra de lo que ocurre en el mundo en esta materia, pues a nivel internacional el horario que se elimina es el de invierno, pues el horario de verano reduce la obesidad infantil, porque tienes más horas de luz donde las mujeres y niños pueden estar en el parque; además, disminuye la violencia y la incidencia delictiva” (Senado de la República, 2022). (Duflo, 2015).
El Senador Luis David Ortiz Salinos indicó que “hay una vinculación económica muy importante que se tiene con Norte América y que no se puede ignorar, por eso resulta ridículo que se tenga este debate cuando el propio dictamen reconoce que hay un ahorro de energía” (Senado de la República, 2022).
Al respecto, la senadora Antares Vázquez Alatorre, señaló que diversos estudios indican que “las fronteras están exceptuadas claramente en la reforma, por lo que la oposición no debe argumentar en ese sentido” (Senado de la República, 2022).
Comentarios a favor y en contra de la política pública resonaron no solo en el senado, sino también en las redes sociales. Pero, ¿sabes por qué cambiamos el horario?
A nivel internacional el horario de verano u horario estacional se implementa durante siete meses, de abril a octubre. Su objetivo es lograr “durante los meses de mayor insolación […] un mejor uso de la iluminación natural, es un programa de ahorro de energía eléctrica” (Ramos, y otros, 1997).
De acuerdo con el Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE) los beneficios para la población del horario de verano son muchos. Entre los cuales destaca la creación de una conciencia energética, la reducción en el uso de combustibles y en la emisión de contaminantes; menor riesgo de asaltos en las noches, disminución de accidentes, llevar a cabo en las tardes actividades que normalmente no se hacen por falta de luz natural (caminar, ir de compras, visitar a los amigos). Además, tener el mismo horario que nuestros principales socios comerciales (Ramos, y otros, 1997).
A pesar de los beneficios establecidos, las evaluaciones en la materia son contradictorias. Un ejemplo de ello son los estudios de los accidentes relacionados al cambio de horario. El estudio de Pfaff realizado en la entonces República Federal Alemana entre 1979 y 1980 demostró un incremento en los mismos (Collado-Ardón, y otros, 2000). Mientras que un estudio de Meyerhoff reportó en cambio, que los accidentes fatales se habían reducido en 1% en la Alemania Federal en 1979 (Collado-Ardón, y otros, 2000).
En México, la mortalidad por accidentes de tránsito, una de las causas de muerte más asociadas al cambio de horario, se sostuvo en los primeros tres años de implementación del horario de verano entre 1996 y 1999 (Collado-Ardón, y otros, 2000).
Tal vez estas fluctuaciones puedan entenderse debido al método estadístico utilizado para obtener los resultados. Por ejemplo, “los resultados del modo de regresión discontinua sugieren que adelantar el reloj una hora disminuye significativamente […]; no obstante, según el modelo de diferencias en diferencias, no parece haber una conmoción significativa” (Salas Rodríguez, 2018).
Entonces, ¿por qué continuamos con esta práctica? ¿existen estudios en México que respalden los beneficios del horario de verano? La respuesta es sí. Efectivamente, los estudios existen, sin embargo, juzga por ti mismo sus resultados.
Uno de estos estudios es el proyecto de investigación conformado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE), el Programa de Ahorro de Energía del Sector Eléctrico (PAESE), Luz y Fuerza del Centro (LyFC), la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía (Conae) y el IIE.
De este grupo de trabajo se desprenden dos estudios previos al establecimiento de la política, los cuales demostraron el ahorro potencial de energía eléctrica. Ambos estudios concluyeron que existía aproximadamente un 1% de ahorro.
El estudio del PAESE que data de 1922, realizó el cálculo con base en tres variables: número de usuarios, rango de consumo y porcentaje dedicado a la iluminación artificial asignado por cada rango de consumo. El estudio determinó “un ahorro […] correspondiente al 1.1% del consumo nacional, considerando datos de 1991 obtenidos de la CFE” (Ramos, y otros, 1997).
La Conae, por medio del IIE, condujo un estudio desagregando las variables que influyen en el consumo de iluminación artificial. Al igual que la investigación previa, “Los resultados arrojaron un rango de ahorro, en función de diversos escenarios, que variaba desde 0.82% hasta 1.1%.” (Ramos, y otros, 1997).
Por último, el grupo de trabajo realizó un último estudio y determinó que “en términos generales y en algunos específicos se ha rebasado el ahorro en consumo […] equivalentes al 0.83% del consumo total anual de 1995. […] El ahorro estimado en combustibles es igual a 1.71 millones de barriles de petróleo [por lo cual] El horario de verano ha sido una medida benéfica en todos los aspectos” (Ramos, y otros, 1997).
Algunos detractores del horario de verano señalan sus falencias. Autores como Torres (2000) explican que toda medida: “pensada en términos de maximizar el interés público, pero con una justificación que puede considerarse como un sacrificio y no como un beneficio individual, encuentra reacciones inmediatas y somete a tensión la frágil relación entre la sociedad y el Estado”.
Cuando Torres (2000) habla acerca de los sacrificios se refiere a perder horas de sueño justificado con un ahorro imperceptible en el gasto de energía (Torres Torres, 2000). Dicho autor hace referencia a los mismos estudios preliminares que el grupo de trabajo, sin embargo, su enfoque es totalmente distinto. Torres expuso que “Estudios preliminares […] estimaron un ahorro de 911 GW, equivalentes al 1% del consumo anual del país, lo cual se supuso que sería suficiente para apaciguar cualquier reacción social” (Torres Torres, 2000).
Desde el inicio de la implementación del horario de verano de forma homologada a nivel nacional el 4 de enero de 1996,
“(…) no se ha podido demostrar su monto real, la posición oficial, ante la inconformidad y la consecuente presión social para que el programa desaparezca, ha presentado como argumento recurrente la reducción del consumo de combustibles empleados para la generación de electricidad, en particular la que se destina al uso doméstico” (Torres Torres, 2000).
Actualmente en el país, dos son los estados que no realizan cambio de horario. El primero es Quintana Roo y el segundo es Sonora. En el caso de Quintana Roo el H. Congreso de la Unión aprobó el 20 de noviembre de 2014 una reforma a la Ley del Sistema de Horario que pasa a la entidad del meridiano 90° oeste al huso horario 75°. Esto crea una nueva zona geográfica de huso horario, lo que exime al estado de incorporar el horario de verano (Sistema de Información Legislativa, 2014). La reforma fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 31 de enero de 2015 (Cámara de Diputados, 2016).
En cuanto a Sonora, la razón se encuentra en la Comisión Arizona-Sonora, creada en 1959 para “fortalecer y desarrollar las relaciones socioeconómicas […] proyectando integralmente la mega-región Sonora-Arizona en el ámbito internacional” (Oficina de Enlace y Cooperación Internacional del estado de Sonora, s.f.). Dicho acuerdo permite que Sonora no implemente la política de horario de verano, a raíz de mantener el mismo huso horario de Arizona.
En 2015, la Presidencia de la República señaló que durante el horario de verano de ese año se ahorró un total de mil 35.52 gigawatts hora (GWh) en energía eléctrica en consumo, lo que “es equivalente al abastecimiento del consumo eléctrico de 596 mil casas habitación durante todo un año, con un consumo promedio de 289 kWh/bimestre” (Presidencia de la República, ¿Cuánta energía eléctrica se ahorró con el Horario de Verano?, 2015).
Además, la Presidencia señala que con la medida “se evitó la emisión a la atmósfera de 504 mil toneladas de bióxido de carbono, principal contaminante del efecto invernadero” (Presidencia de la República, ¿Cuánta energía eléctrica se ahorró con el Horario de Verano?, 2015).
Asimismo, indicó que el ahorro en pesos de “la implementación del horario de verano se estima en mil 455 millones de pesos, con un costo de la energía eléctrica de 1.4048 pesos por kWh para los usuarios domésticos” (Presidencia de la República, ¿Cuánta energía eléctrica se ahorró con el Horario de Verano?, 2015).
De sobra está confirmar que, la exposición de estos datos no sirvió para convencer a detractores y tampoco para calmar la polarización de la medida. A razón de la controversia, el 21 de febrero de 2019, el diputado Carlos Castillo presentó un punto de acuerdo para dejar sin efecto el decreto presidencial que hace posible el cambio de horario, así como planteó la posibilidad de realizar una consulta ciudadana para recopilar la opinión de la ciudadanía.
Dicho punto de acuerdo se turnó a la Comisión de Participación Ciudadana. Algunos de los argumentos expuestos fueron que “los ahorros no se ven reflejados en la economía de las personas usuarias a través de sus recibos de luz” (Congreso de la Ciudad de México, 2019). Además, señaló las externalidades negativas en la vida de los mexicanos que, a diferencia de los beneficios, son tangibles.
El último estudio realizado sobre los efectos del horario de verano en 2017, conducido por el FIDE, la CFE y el Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias (INNEL) determinó que existe un ahorro real, aunque como establece la Comisión “es necesario que se realice una evaluación de los beneficios reales del mismo y ponderar los contras en la salud y economía de la población […] para con bases sólidas re evaluar la pertinencia de la permanencia de dicha medida de uso horario” (Congreso de la Ciudad de México, 2019).
Además, la Comisión catalogó como un derecho la consulta ciudadana para recabar la opinión de la población. El tema llegó hasta la conocida mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador en 2019, siendo cuestionado acerca de la posibilidad de realizar la consulta para anular el horario de verano, como el mismo propuso cuando fue jefe de gobierno.
Su respuesta, en ese entonces, fue contundente. “Gobernar es priorizar […] estoy dándole más atención a los [problemas] que considero de mayor importancia […] lo número uno es acabar con la corrupción. […] Entonces, otro tipo de consulta que son necesarias las estamos dejando para otro momento” (Presidencia de la República, 06.03.19 Versión estenógrafica de la Conferencia de Prensa del Presidente Andrés Manuel López Obrador, 2019).
A pesar de lo anterior, este año el presidente López Obrador lanzó la iniciativa para eliminar el horario estacional, apoyado por la actual Secretaría de Energía, Rocío Nahle, misma que expuso que:
“En el 2021, el consumo nacional y el ahorro por el horario de verano solamente fue de 537GWh, que equivalen a un 0,16% del consumo nacional y un ahorro económico de 1.138 millones de pesos [US$55 millones]” (BNAmericas, 2022).
Después de la aprobación de la Ley de Husos Horarios y, con ello, la eliminación del horario de verano, el próximo 30 de octubre será la última vez que los mexicanos jugaremos a ser relojeros.
Como evaluador, no me queda más que cerrar esta nota recordando que, en la decisión gubernamental debe primar la evaluación como un mecanismo que coadyuva a la imparcialidad, a la identificación de los efectos e impacto real en las poblaciones objetivo y a la toma de decisiones con base en evidencia. Y tú, ¿qué opinas del cambio de horario?
Sobre el Autor:
|