Desde que inició la actual crisis sanitaria y económica del Covid-19, se ha repetido en distintas terminales mediáticas y políticas de muchos países que esta pandemia suponía el fin del modelo económico globalizador, y hasta en términos filosóficos: el fin de las ideas que impulsan la libertad económica. Que la crisis era una consecuencia de haber experimentado demasiada libertad de comercio y migración.
Grosso modo se planteó que el hecho de que se pudiera viajar y comerciar libremente con China, que se pudiese invertir en cualquier parte del planeta, se hallaba en la raíz de que un virus local en el gigante asiático se extendiera en el mundo en forma de pandemia.
A su vez, autores como Slavoj Žižek, uno de los cien pensadores más influyentes a nivel global, según la revista Foreign Policy (2019), en su libro titulado Pandemia, publicado este mismo año, define el fenómeno que significó el Covid-19 como “un golpe mortal al capitalismo” (2020).
Así mismo, la propuesta de este autor, la cual compartieron muchos líderes políticos alrededor del mundo como el Ministro de Derechos Sociales de España, Pablo Iglesias, fue la de un modelo económico más centralizado, planificado, parcialmente cerrado hacia el exterior, donde se promovieran desde el gobierno industrias estratégicas que evitaran que el desastre sanitario se repitiera (2020).
Aunque la globalización genera fragilidades en las economías, dado que las vuelve interdependientes, y en este caso especialmente, que amplifica la dispersión de un virus como el Covid-19, volviéndolo una pandemia global, tampoco significa que sin globalización no hubiera habido pandemia.
Si bien es cierto que la globalización puede implicar estas fragilidades, también ha sido la globalización y la apertura de los mercados la que ha vuelto a las economías mucho más adaptables para superar las crisis lo antes posible. La historia de las dos primeras vacunas, realmente sólidas que se han conocido, ponen de manifiesto las ventajas que presenta la globalización para lograr innovaciones rápidas y continuadas que eleven nuestro nivel de vida.
Empezando por la vacuna de Pfizer-Biontech, la cual ha sido desarrollada por el acuerdo y la inversión conjunta de una compañía estadounidense y otra alemana. Por tanto, para haber financiado todo el proceso de desarrollo de la vacuna fue necesario que dos empresas extranjeras pusieran su capital en común para sufragar este enorme esfuerzo. Sin libertad de movimientos de capitales, este logro no habría sido posible.
Pero no solo es importante destacar la libertad de movimientos de capitales, también se debe señalar cuál es el origen de Biontech. Esta es una empresa que fue fundada, y actualmente es dirigida, por un matrimonio compuesto por hijos de inmigrantes turcos. Esto ilustra el potencial que tiene la libre circulación de mentes brillantes para que se puedan instalar en donde se maximice su generación de valor.
Por otro lado, la vacuna de Moderna, muestra una ilustración interesante: según datos de los reportes financieros de la empresa que se pueden consultar en su sitio web, en el 2019 Moderna apenas tuvo ingresos de 60 millones de dólares (Moderna, moderna, 2020); mientras que, tras una década de su fundación, el balance anual muestra que en ese tiempo ha perdido más de mil millones de dólares. Es decir, esta empresa no tiene ingresos por la venta de ningún medicamento, sino por colaboraciones con otras farmacéuticas.
Entonces, ¿cómo es posible que esta empresa sea la que esté alumbrando la que probablemente sea la mejor vacuna en desarrollo contra el Covid-19? Esto es debido a que su comunidad de inversionistas ha apostado a la inversión enfocada a la investigación a largo plazo; esto es algo que va contra la opinión general del capitalista rapaz e inhumano que solo busca beneficios a corto plazo y para sí mismo.
Tal es el caso, que el valor de mercado de esta empresa, incluso antes de conocer los resultados de la fase tres de los test de la vacuna, era de 35 mil millones de dólares (Moderna, Investors , 2020). Algunos hablarían de una burbuja financiera en este caso, otros probablemente hablarían de la visión a largo plazo de los inversores. Por tanto, parece que aquí se cae otro mito sobre la globalización y el mercado.
Aun cuando la globalización y el mercado puedan tener sus defectos y volvernos frágiles en determinados aspectos, no debemos olvidar que son también los principales responsables de los estándares de vida de los que gozamos hoy en día, y también, de instituir un sistema de innovación continua que permite que nos adaptemos rápidamente a los problemas que la humanidad pueda enfrentar.
En última instancia, cuando hablamos de mercados, estamos hablando de gente, de personas que día a día toman decisiones, ganan y pierden, tan normales y extraordinarios como cada uno de nosotros. Al final, detrás de los juicios y mitos que existan dentro de las ciencias sociales, lo que queda es la humanidad.
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