Sin lugar a duda, el año 2020 ha tenido impacto a nivel mundial y en diferentes ámbitos. Las afectaciones a las esferas económica, política, social e incluso personal, nos ha obligado a analizar y visibilizar algunas situaciones. Por ejemplo, es frecuente que, al prender el televisor, la radio o al echar un vistazo en nuestras redes sociales, encontremos noticias sobre la pérdida de empleo en los distintos sectores y actividades económicas, el comportamiento y pronóstico del Producto Interno Bruto (PIB) e incluso, de manera creciente, sobre el deterioro de la salud de la población.
Si bien es cierto, que la relación entre economía y salud no es algo nuevo, el actual contexto de pandemia nos ha obligado a apreciar cada vez más el estado de bienestar que esta última nos proporciona. Parece ser, que de forma similar a lo que sucede con otros bienes o servicios, solo al percatarnos de que la salud se ha visto disminuida o es escasa, le asociamos un valor más alto.
La literatura sobre la relación entre estas dos variables nos indica que, la salud contribuye al crecimiento y desarrollo económico, a la formación de capital humano y al incremento de los niveles de productividad, entre otros, asimismo, reduce los costos asociados al tratamiento y ausentismo laboral derivado de la presencia de alguna enfermedad.
Dado lo anterior, y sabiendo el círculo virtuoso que genera la salud a nivel individual y en términos agregados, ¿por qué hasta ahora le damos un valor “alto”? ¿es necesario que la situación nos obligue al confinamiento y al paro temporal de la actividad económica? solo en situaciones extremas aplican las medidas de prevención?
Algunas veces hemos escuchado que después de un bache o situación adversa, el acto siguiente es levantarnos, sin embargo y a pesar de que el protagonista de este año ha sido la presencia de Sars-Cov2 (COVID 19), es necesario el reconocimiento de que la presencia del virus no es el único problema que se debe afrontar en materia de salud y de economía.
Según los datos de la Dirección General de Epidemiología, las tres principales comorbilidades presentes en los casos confirmados de Sars-Cov2 son la hipertensión, la obesidad y la diabetes con el 18.91, 17.45 y 14.97 por ciento respectivamente. Es decir, el carácter no excluyente que tienen algunas enfermedades cobra relevancia por el hecho de que 1) observamos una acumulación de padecimientos, 2) se incrementa la carga al Sistema de Salud Público, 3) existe un presupuesto limitado al sector salud, y 4) por la presencia de consecuencias económicas y sociales.
Así pues, y ejemplificando con la diabetes mellitus, que es la segunda causa de muerte en el país y la tercera comorbilidad en pacientes con COVID 19, algunos de los costos económicos indirectos[1] que se presentan ante el deterioro del estado de salud, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Medio Camino del año 2016 (ENSANUT, 2016) son:
- Inasistencias laborales
- Discapacidad
- Retiro prematuro
Este tipo de consecuencias, en los estudios de cuantificación de costos económicos de las enfermedades, es mayor cuando los afectados son personas que se encuentran en edad económicamente productiva, esto es, por la interrupción de las actividades laborales a causa de ausentismo.
La siguiente gráfica, muestra el porcentaje de población encuestada por grupo de edad que reportó inasistencias por diabetes.
Complicación | Grupo de edad | |||
20-29 | 30-39 | 40-49 | 50-59 | |
Inasistencias en el trabajo | 0% | 3.31% | 8.55% | 8.30% |
Retiro prematuro | 0% | 0% | 1.19% | 6.45% |
Incapacidad no mayor a tres meses | 0% | 0.08% | 2.62% | 4.07% |
Fuente: Elaboración propia con datos de la ENSANUT (2016)
De esta forma, observamos que las repercusiones a la economía por la presencia de alguna enfermedad no es algo nuevo y exclusivo a la llegada de la pandemia, y menos, en un país donde las enfermedades crónico-degenerativas han ido en aumento y las de tipo infeccioso aún no han sido erradicadas en su totalidad.
Ante esto, la toma de conciencia sobre el valor que posee la salud no debe darse solo en situaciones extremas como la que actualmente estamos viviendo, es necesario que tomemos las medidas de prevención como algo permanente. En caso de que ello se hiciera, no sólo se generarían beneficios en el estado de salud de la población, también a través de las evaluaciones que se utilizan en el sector sanitario; las medidas de primer nivel de atención; que incluyen las campañas de concientización, tendrían un mayor efecto, y los recursos disponibles podrían ser utilizados para la atención de afecciones de alta especialidad o para algún otro uso productivo, sin incrementar la carga de las finanzas públicas en el sector salud.
Entonces, ¿después de este periodo prolongado de cuarentena, le daremos a la salud el valor que realmente tiene? ¿Prevenir o seguir en el confinamiento?
Como pregunta final, y ante las enseñanzas y repercusiones económicas, políticas y sociales que ha dejado el 2020. ¿Tomarás medidas de prevención para favorecer el impacto de las políticas públicas en salud?
Referencias
- Comisión Mexicana sobre Macroeconomía y Salud (2006). Macroeconomía y salud: invertir en salud para el desarrollo económico (primera ed.). México: Fondo de Cultura Económica. Recuperado de: http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/DOCSAL7830.pdf
- Secretaría de Salud (2020): Covid-19 México. Recuperado de https://datos.covid-19.conacyt.mx/
- Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2016). Recuperado de https://ensanut.insp.mx/encuestas/ensanut2016/index.php
- [1] Costos asociados a la pérdida de productividad, producción e ingresos perdidos a causa de ausentismo, discapacidad o mortalidad prematura a causa de alguna enfermedad.