La pandemia de COVID-19 que se vive actualmente dejó en claro que las tecnologías de la información y la generación de una sociedad del conocimiento es parte de la vida cotidiana de las personas; sin embargo, no todas las personas están preparadas para vivir en un mundo digital dado su condición económica, social o territorial.
Los supersónicos fue una serie animada creada por ABC en el año 1962 que tuvo popularidad en la década de los ochenta y noventa dado que retrataba la vida de una familia en el año 2062; esta serie refleja que las actividades que realizaban hoy son una realidad, es decir, el teletrabajo, la telemedicina, la enseñanza en línea o virtual, el uso de robots y los videochats o llamadas virtuales en tiempo real se han vuelto parte de nuestras herramientas para sociabilizar.
Estas actividades en la serie animada reflejaban la dependencia de las tecnologías digitales para llevar a cabo las actividades cotidianas de las personas, las familias y las empresas; pero esto no está lejos de la actualidad, dado que la pandemia ha hecho realidad esta serie en las familias mexicanas que cuentan con las condiciones para ello. Es decir, no todos los hogares ni todas las personas tienen las mismas condiciones y herramientas tecnológicas para enfrentar las nuevas tendencias digitales.
Las medidas de confinamiento y seguridad sanitaria, publicadas en marzo de 2020 en el país, han visibilizado que existe un sesgo e incremento en los procesos de exclusión y marginación, dado que no existen las condiciones mínimas necesarias para toda la población en términos económicos, sociales, políticos, pero principalmente tecnológicos. De acuerdo con Ordorika (2020) existen desigualdades tecnológicas que impiden que América Latina se desenvuelva en una era digital, dado que, de acuerdo a las evaluaciones de políticas públicas en ciencia y tecnología no han sido los óptimos, un ejemplo es que uno de cada dos hogares no cuenta con servicios de internet.
Para el caso de México, las políticas de ciencia y tecnología cobraron importancia en el siglo XX a cargo del entonces presidente de la República, Vicente Fox Quesada, al crear una Agenda Digital que promovió el uso de las tecnologías de la información en las escuelas, como parte de las políticas públicas para insertar en la globalización al país.
La Estrategia Digital del gobierno actual (DOF, 2019) apunta hacia la generación de políticas en ciencia y tecnología que permitan equilibrar las zonas territoriales y el acceso a la información, pero ¿con qué fin?, aprovechar las tecnologías de la información y comunicación para desarrollar un gobierno digital; con este objetivo ¿cómo vamos?
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) en el año 2019 el 76.6 por ciento de las personas en áreas urbanas contaban con acceso a internet, mientras que solo el 47.7 por ciento de las personas en zonas rurales tenía el mismo derecho.
De los 20.1 millones de hogares que cuentan con algún equipo con internet, el 95.3 por ciento es por telefonía, el 39.2 por ciento a través de una computadora portátil y el 28.9 por ciento con una computadora fija o de escritorio. Específicamente en el sector rural 19% de los hogares tuvieron conexión a internet; 19.3% de los hogares poseen computadora o tableta y 77.3% dispone de celular.
Con ello, esta evaluación de resultados en el uso de las tecnologías de la información se refleja que no todos los hogares ni todas las personas cuentan con los servicios digitales mínimos para realizar actividades a distancia o virtuales; es decir, podemos ver familias supersónicas en las grandes ciudades de nuestro país, pero no es la realidad completa.
Como los datos reflejan, en México existe una diferencia clara entre las localidades rurales y urbanas, que dado la pandemia ha agudizado los problemas de comunicación y convivencia a través de la digitalización. Los nuevos modelos de enseñanza, salud pública y acceso a la información no van de la mano de políticas de accesibilidad debido a la falta de infraestructura, los altos costos de internet de banda ancha y las barreras del idioma que intensifican la desigualdad.
Aunque los supersónicos se hayan vuelto una tendencia en los años ochenta por su visión futurista de la realidad sobre el uso de las tecnologías de la información y las innovaciones, hoy queda obsoleta ya que ese futuro es lo que vivimos día a día, las mismas vivencias de una familia promedio en las zonas urbanas. Por ejemplo, los niños o jóvenes toman clases a través de plataformas digitales o por medio de la televisión, los trabajadores realizan sus actividades desde casa (home office), las familias realizan compras por redes sociales, internet o llamadas telefónicas, y la comunicación entre las mismas es por medio de teléfonos, computadoras y plataformas digitales.
Sin embargo, para los grupos vulnerables, las zonas rurales o las familias con bajos ingresos esta realidad no es igual; la brecha digital se ha profundizado porque en las comunidades que no cuentan con servicios de internet o banda ancha se corta la comunicación con el mundo exterior al no tener herramientas de información en tiempo real; el acceso a la información de salud pública es desigual en comunidades de escasos recursos y las relaciones interpersonales se pierden al no tener los medios de comunicación mínimos como sucede en las comunidades urbanas; es decir, llamadas telefónicas, mensajes de texto, entre otros.
También los supersónicos nos dejan un mensaje para la humanidad en su totalidad, el impacto negativo en la conciencia social es innegable con las tecnologías de la información. El individualismo se visualiza por encima de la interacción humana y el sentido de pertenencia, la digitalización arrasa con el medio ambiente y la inteligencia artificial ocupa el lugar de la interacción humana.
Como menciona Carl Sagan (2013, citado en Poundstone 2015, pag16) “Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre”; Es decir, aunque las tecnologías de la información se han posicionado como un factor indispensable para realizar las actividades del ser humano, no deberá ser una condicionante para su actuar, sobreponer las tecnologías de la información sobre el medio ambiente, o incluso cambiar la dinámica cultural y social de las comunidades con la finalidad de insertar los modelos para la sociedad del conocimiento con la finalidad de incrementar los porcentajes en las evaluaciones de política pública, no es lo indicado; lo que se requiere es encontrar un punto de equilibrio donde coexistan las políticas de ciencia y tecnologías con el medio ambiente, la cultura y la dinámica poblacional.
Es momento de que los gobiernos, la sociedad y las empresas pensemos modos de convivencia amigables con el medio ambiente, que ocupemos las tecnologías de la información como una herramienta para ser ciudadanía y no como un modo de vida; salvaguardar los saberes y la cultura en este país lleno de riquezas, es necesario para crear modelos sostenibles de vida.
Aunque la pandemia COVID-19 y las medidas de confinamiento han venido a evidenciar la brecha digital que tenemos como sociedad a nivel local, nacional e internacional y coexistir en una era digital, no se han fortalecido otros medios de comunicación y tecnologías como es la televisión y la radio; la Agenda Digital direcciona sus esfuerzos hacia el internet de las cosas y la accesibilidad omitiendo que las prácticas de generaciones anteriores como es la televisión y la radio es el principal uso y medio de comunicación al no contar con infraestructura digital. Es decir, considerar en las políticas de ciencia y tecnología una distribución equitativa entre fortalecer las redes de comunicación cotidianas y las redes de comunicación digitales permitirá generar condiciones igualitarias sobre el uso de las tecnologías de la información.
Noam (2004) menciona que las políticas digitales deben de apuntar a los tres enfoques de la brecha digital: la infraestructura, la capacitación y la accesibilidad. Por tanto, para México se deberán pensar políticas que valoren el impacto de los medios digitales para la diminución de tiempos, pero no para intercambiar el trabajo humano; crear servicios e infraestructura en zonas geográficas sin accesibilidad con la finalidad de que la información y conectividad digital sea un derecho; crear políticas en ciencia y tecnológicas que sean transversales a las políticas sociales de educación, salud, vivienda y servicios básicos; diseñar políticas digitales para la diversidad de lenguas que existen en los grupos indígenas; y por último, incluir en los modelos de enseñanza capacitación digital para las generaciones que no nacieron con la tecnología.
Generar una responsabilidad compartida por parte del gobierno, las empresas y los ciudadanos para encontrar un punto de equilibrio entre el correcto uso de las tecnologías de la información y la supervivencia de los saberes tradicionales y el rescate de la cultural. Preservar el sentido de pertenencia en la sociedad es clave para su legitimidad y ciudadanía; pero utilizar la digitalización es necesaria para mejorar el desarrollo y crecimiento del país.
Es necesario, por un lado, romper las barreras digitales de la alfabetización digital ya que sigue siendo uno de los retos principales donde la población joven presenta mayores habilidades digitales en el uso de las tecnologías de la información en comparación con las personas adultas mayores; y por otro lado, disminuir las brechas de la desigualdad respecto del territorio, que las zonas rurales y urbanas cuenten con la posibilidad de ser una familia supersónica es el reto de las nuevas políticas digitales.
Referencias Bibliográficas
- DOF (2019). Diario Oficial de la Federación, 12 de julio de 2019. Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, estrategia digital. Recuperado de https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5565599&fecha=12/07/2019
- ENDUTIH (2019). Encuesta Nacional sin Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares. Microdatos de accesibilidad por hogares en zonas urbanas y rurales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, consultado el 24 de octubre de 2020 en https://www.inegi.org.mx/programas/dutih/2017/
- Noam, E. (2004). “Overcoming the three digital divides”. En D. Geradin y D. Luff (eds.), The WTO and global convergence in telecommunications and audiovisual services, pp. 423-434. Cambridge: Cambridge University Press. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/265423358_Overcoming_the_three_digital_divides
- Ordorika I. (2020). Pandemia y educación superior. Revista de la Educación Superior, 49(194), 1-8. Recuperado de https://resu.anuies.mx/ojs/index.php/resu/article/view/1120
- Poundstone, William (2015). Carl Sagan – Una vida en el cosmos (1ª edición). Tres Cantos – Madrid: Ediciones Akal. p. 19. ISBN 9788446041931.