Hace algunos años, veía la película, basada en hechos reales, “La gran apuesta” (The big short), la cual explica de manera sencilla, cómica y un poco dramática, los factores que produjeron la burbuja inmobiliaria que inició en Estados Unidos y que provocó una profunda crisis financiera global en 2008.
Uno de los personajes que vivió esta crisis es el Dr. Michael Burry, quien fue uno de los pioneros en percatarse de esta catástrofe financiera y decidió apostar contra el mercado inmobiliario. Su plan era simple, cuando las hipotecas no fueran pagadas (y fue lo que pasó), el ganaría dinero. Esta decisión llevó a su empresa no solo a eludir la crisis, sino también a generar grandes ganancias, pero… ¿Cómo se relaciona esto con el agua?
Al final de la película, se explica que Burry cerró su empresa, pero aun continua activo y «la pequeña inversión que sigue haciendo se centra en un solo producto: el agua» (Mackay, 2015). Este desenlace me dejó pensando en que si ya se tienen pruebas de las habilidades de este gestor de fondos, que ahora decide solo invertir en agua, ¿por qué los gobiernos no han tomado decisiones contundentes para la gestión y administración de este recurso?
Probablemente los tomadores de decisiones ven lejana esta situación y, por ello, es un tema que no se encuentra de los reflectores. No obstante, debemos recordar que la posibilidad de que una ciudad se quede sin suministro de agua es real, a esta situación se le denomina Día Cero, y está cerca de ocurrir en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
Desde 2016, en Ciudad del Cabo, existe una pelea contra el Día Cero por parte de los habitantes, quienes han reducido a la mitad su consumo de agua, los sistemas de abastecimiento se han renovado, las fugas se han sellado y se ha innovado en nuevos sistemas que han sido premiados (Meraki Bay ONG, 2018).
De acuerdo con el World Resources Institute (2015), ciudades como São Paulo, Yakarta, Londres, Beijín, Estambul, Barcelona y la Ciudad de México, podrían vivir su propio Día Cero. Además, este Instituto ha pronosticado que para 2040 la mayor parte del mundo no tendrá suficiente agua para cubrir la demanda anual (Ilustración 1). De hecho, Chile, catalogado como uno de los lugares que demanda más agua de la que dispone (a lo que se le denomina estrés hídrico), considera importar agua en 20 años (Carrillo, 2017).
Gráfico 1: Estrés hídrico por país, 2040
Fuente: (World Resources Institute, 2015).
En México, se cuentan con aproximadamente 4 mil 263 m3 de agua por habitante al año, es decir, 2.5 veces más que el valor de estrés hídrico (1 mil 700 m3/habitante por año) (CONAGUA, 2018). No obstante, el país se enfrenta a problemas de inequidad y disponibilidad en la distribución de este recurso.
A pesar de que la Ciudad de México es más lluviosa que Londres, al no depositarse el agua en los lagos que originalmente existían ahí, se pierde. Hoy en día, se utiliza agua subterránea (de mantos acuíferos) para abastecer a la ciudad. La cuestión es que un manto acuífero se forma en miles de años y le toma la misma cantidad de tiempo recuperarse. Al secarse el acuífero genera una contracción del suelo, lo que produce el hundimiento de la ciudad; el cual es, en promedio, de 23cm al año (Klein, 2019).
Las evaluaciones realizadas por la Directora del Programa Global del Agua del World Resources Institute, Betsy Otto, muestran que uno de los grandes problemas de la administración del agua es que no tiene un valor económico que coincida con la importancia de este recurso. Por ello, su propuesta consiste en incrementar el costo del mismo, en lo relativo al uso para la agricultura y la industria, aun cuando esto genere un incremento en el costo de los productos.
Darle un valor real al agua, obligaría a realizar inversiones económicamente viables. De hecho, en México, la tarifa media por metro cúbico es de aproximadamente 30 centavos de dólar, cantidad que está por debajo del promedio de los costos de operación (Sandoval, 2010).
Otro problema de incrementar el costo del agua, es que los más perjudicados serían las personas de menores ingresos. Para subsanar esta cuestión, resalta el caso de Philadelphia, la cual, en 2017, se convirtió en la primera ciudad en realizar el cobro del agua con relación al ingreso personal. Sin embargo, hasta ahora no se tienen evaluaciones que confirmen si hay resultados positivos o no (Klein, 2019).
Si bien el bajo valor que se le da al agua es un problema grave, lo es más el desperdicio. Todos los días el agua se tira en las calles, y no como consecuencia de la inconciencia ciudadana, sino por las deficiencias del estado físico de las redes de distribución. En México, la dotación de agua (cantidad de agua que se inyecta a la entrada de la red) es de 183 a 460 litros/habitante/día. Sin embargo, por las fugas, la población solo recibe de 117 a 270 litros/habitante/día, es decir, se pierde entre 39% y 83% del agua que se transporta (Torregrosa, 2018).
Para atender este problema público, se dispone del programa presupuestario 16K007, Infraestructura de agua potable, alcantarillado y saneamiento, operado por la Comisión Nacional de Agua (CONAGUA). El programa, para el ejercicio fiscal 2020, cuenta con un presupuesto de mil 967 millones 853 mil 956 pesos que le permiten: 1) construir obras de infraestructura de almacenamiento, de regulación y de conducción de agua potable y 2) realizar obras de rehabilitación, conservación y mantenimiento en infraestructura de extracción y conducción de agua potable (Transparencia presupuestaria, 2020).
Este año, el programa presupuestario posee 39 proyectos de inversión, de los cuales ocho son de mantenimiento y el resto corresponde a obras para la ampliación de cobertura. Lo anterior denota que el programa responde más a una lógica de cobertura, que de rehabilitación de la red existente.
De acuerdo al Modelo Sintético de Información de Desempeño (MSD)[1], la valoración del programa es medio alto[2]. Lo anterior considerando que cuenta con tres evaluaciones externas (dos de diseño y una de consistencia y resultados), donde sus principales Aspectos Susceptibles de Mejora se centran en dos puntos: 1) mejorar el diagnóstico y 2) perfeccionar el documento normativo del programa.
A pesar de dicho resultado, el programa presupuestario presenta problemas significativos en materia de diseño, pues no se clarifica su objetivo particular dentro de la política nacional avocada a fortalecer el abastecimiento de agua y el acceso a los servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento (POLITEIA, 2016).
Además, de acuerdo con la evaluación de diseño, el programa no cuenta con un diagnóstico de las condiciones de infraestructura hídrica actual que permita conocer cuáles son los requerimientos de inversión en rehabilitación, conservación y mantenimiento. El Diagnóstico es un documento fundamental para ejecutar obras de rehabilitación exitosas.
Otro punto relevante es que, con base en la evaluación de consistencia y resultados, se identificó que el programa carece de un manual de operación y procedimientos, donde se identifique las solicitudes, selección, así como el procedimiento de ejecución y seguimiento.
Ante estas áreas susceptibles de mejora, que son reveladas gracias a la evaluación, se pueden hacer las correcciones necesarias y así obtener mejores resultados que impacten en la vida de las personas.
México es consciente del problema de agua que tiene, cuenta con una agenda pública que incluye el tema e implementa políticas públicas, que son evaluadas, para la atención del mismo. No obstante, se debe buscar atender el problema de manera más eficiente, para ello se debe prestar atención a los indicadores y metas que conforman los resultados. Si la meta no es reducir la pérdida de agua en la distribución o, mejor aún, reducir a cero, nuestros resultados pueden no estar mostrando lo que necesitamos.
No se debe perder de vista que nuestro destino depende el agua y que su adecuada administración y distribución depende de evaluaciones serias que permitan mejorar la gestión pública.
Notas de Página
- [1] Modelo que examina la información de los programas con el fin de conocer su comportamiento y promover su uso en la toma de decisiones.
- [2] Las valoraciones fluctúan entre cinco categorías: bajo, medio bajo, medio, medio alto y alto.
Referencias:
- Carrillo, M. (18 de julio de 2017). Para 2040, de seguir las cosas como están, Chile debería importar agua. Blueberries megazine consulting.
- CONAGUA. (2018). Estadísticas de agua en México.
- Klein, E. (Dirección). (2019). La crisis mundial del agua [Película].
- Mackay, A. (Dirección). (2015). La gran apuesta [Película].
- Meraki Bay ONG. (14 de noviembre de 2018). Meraki bay.org. Obtenido de Día Cero, el caso de Ciudad del Cabo y el agua: https://merakibay.org/sudafrica/dia-cero-ciudad-del-cabo-y-el-agua/?gclid=EAIaIQobChMI5_vQ-7H16gIVhMDICh0MCgCZEAAYASAAEgKCK_D_BwE
- Sandoval, R. (2010). Organismos operadores funcionando eficientemente. ponencia presentada en el Foro Nacional para la elaboración del Programa Especial de Ciencia y Tecnología en Materia de Agua.
- Torregrosa, M. L. (2018). Asegurar el abasto de agua potable para toda la población.
- Transparencia presupuestaria. (2020). Infraestructura de agua potable, alcantarillado y saneamiento. Obtenido de https://nptp.hacienda.gob.mx/programas/jsp/programas/fichaPrograma.jsp?ciclo=2016&id=16K007
- World Resources Institute. (2015). Global Hydrology 2015: Statem trends and direcctions.
- World Resources Institute. (2015). Ranking the world´s most water-stresses Conuntries in 2040.